viernes, 10 de febrero de 2017

Cruce de los Andes 2017

Mi tercer Cruce...

Una carrera que llevo especialmente dentro de mí. Participé en la edición 2010 y esa carrera fue la culpable de mi adicción al trail.


No estaba en mis planes hacer este año el Cruce, pero dos amigos de toda la vida, Paty y Carli, se anotaron, y no podía dejarlos solos...

En esta edición, también corren Marie y Manu. Los "tíos" corren en equipo.

A diferencia de las veces que participé anteriormente, ahora es posible correr individual.
Además, hay tres largadas en diferentes días: los avanzados largan el miércoles, los equipos de dos largan el jueves y los individuales largamos el viernes.

Mis amigos se habían anotado en equipo, y una vez me confirmaron que se habían pasado a individual para que yo me anotara también, no había vuelta atrás, ¡jajaja!

Viajamos con Caro y los chicos y nos alojamos en la base del cerro Catedral.

Primera etapa. 3 febrero
A las 4 de la mañana, desde la base nos llevan en bus a Chile, desde donde largamos.
Está lloviendo. Llegamos a unos 15 kilómetros del límite y gendarmería indica que las condiciones no son aptas para correr desde Chile.

Plan B, largamos desde donde fuimos frenados, con lo cual esta etapa tiene unos 3 kilómetros menos que lo planeado originalmente. Luego nos enteraríamos que fue mejor, ya que Marie y Manu nos contaron que no estuvo demasiado bien, a nivel logístico, esa parte.

Las salidas se hacen por grupos, de acuerdo a los tiempos que se declararon en la inscripción. Yo salgo en el grupo 2. Paty y Carli en el 7.

Desde la altura del Paso El Manso, se corre hasta el Lago Mascardi, en donde estará el primer campamento.



Distancia: 31,05 km
DVA: +896 m
Tiempo: 4 h 48 m

Lo hago muy tranquilo y disfrutando a más no poder los paisajes y la naturaleza de mi país. ¡Qué placer!

Llevo bastones. En un momento trastabillo y para evitar la caída apoyo fuerte el bastón izquierdo. No aguantó la presión y se partió. Son bastones ultralivianos, pero tienen la contra de ser frágiles. Lo pliego y llevo conmigo hasta el puesto de control, donde lo descarto.

Sigo andando muy tranquilo, corriendo en los llanos y bajadas, y caminando las subidas. Y así completo esta primera etapa.

Me asombro mucho al ver que terminé la etapa en posición 7 de mi categoría y 205 de 940 en la General!!

Es el mediodía, y el sol aparece de a ratos. Almuerzo un plato de pastas y algo de carne, acompañados con una cerveza helada. ¡Siguen los placeres!

Llevo el plato y la bebida y me acomodo cerca de la llegada. Espero el arribo de Carli y de Paty.



¡Una alegría verlos llegar! Carlitos había sido mi compañero que no pudo ser en 2010, y ver que ahora su preparación fue meticulosa y que pudo muy bien completar la primera etapa, ya es de por sí un gran logro.

Al rato, vamos los tres al lago. Nos metemos primero hasta la cintura, una media hora. El agua fría es un gran recuperador muscular, ayuda a desinflamar las micro lesiones que se producen al correr por la montaña. Luego nos sumergimos completamente y salimos a secarnos al sol.



Descanso, y por la noche, una gran cena. Paty trajo una botellita de vino tinto, el cual disfrutamos e intentamos compartir. Pero el resto de corredores en la mesa, no aceptó, perdiéndose una importante fuente de recuperación y antioxidantes, jajaja!

Segunda etapa. 4 febrero
La salida se organiza por los tiempos de llegada en la primera jornada. Salgo en el grupo 2.



Los primeros 10 km relativamente planos, bordeamos el Mascardi, tocamos la punta del Lago Guillelmo, y a partir de allí comenzamos la subida a los filos.



Siempre por el Este del Lago Mascardi, y en sentido Norte, hasta llegar al Lago Gutiérrez, en donde está el segundo campamento.

Encarando la subida a los filos, tengo mi primera caída en la competencia. Con tal mala suerte que el bastón queda transversal a mi cuerpo y caigo sobre él. ¡Crack! Fuera de servicio el segundo bastón... Primer sentimiento de bronca, que enseguida desaparece. Los bastones son muy útiles para descargar las piernas, pero rara vez resultan indispensables. Me ha pasado, en eventos anteriores, encontrarme sin bastones y tener que subir por lugares resbalosos, en donde sí es necesario tener ese ancla para no deslizarse hacia abajo. Y en esos casos, es cuestión de buscar en la naturaleza alguna rama que nos proporcione esa ayuda.



La bajada hacia el Gutiérrez es complicada. Mucha tierra suelta, pendientes importantes. Aquí los bastones hubiesen ayudado. Tengo varias caídas que me ensucian bastante. Nada grave.

El clima, ideal. Fresco, pero sin sentir frío. Nublado casi todo el tiempo, pero sin lluvia. En los filos, sin viento. Como siempre, el Cruce regala vistas majestuosas de nuestros lagos y montañas.



Luego de una jornanda más larga que el día anterior, completo el recorrido. Calculo que Carlitos y Paty llegarán en unas tres horas más, así que voy directo al lago. Dejo la mochila en la orilla y me meto hasta la cintura. Lavo la ropa, quitando el barro que acumulé en las caídas que tuve.



Espero a que aparezca el sol, el cual decide asomarse a los 45 minutos. Me sumerjo, nado un poco y salgo. ¡Un placer!

Voy a buscar algo de comida, ¡y mi cervecita! Hacía mucho que no disfrutaba tanto comer unos sandwichitos de colita de cuadril. No puedo parar de comerlos, uno tras otro. También liquido rápidamente la cerveza y consumo también la de la cena.



Dentro de lo estimado, llegan mis amigos. Por suerte están bien, aunque lógicamente la acumulación del cansancio se nota.

Se larga a llover. Voy a mi carpa, pero lamentablemente la ropa que había dejado secándose, se empapó. Ya no hay posibilidad de que se seque, así que mañana saldré mojado.

Me meto en la carpa, y el sonido de la lluvia, más esa sensación de felicidad y paz por estar allí, fuerzan el cierre de mis ojos y el desenlace es una siestita de alrededor de una hora.

Llega el momento de comer, y vamos con Paty y Carli. Tomamos con Paty un vaso de su buen vino tinto mientras la organización coloca el video de la etapa.

Mención aparte quiero hacer al grupo de voluntarios convocados por la organización. Es notoria la diferencia de todo lo relativo a la relación con los corredores respecto a las dos ediciones pasadas en las que participé. La buena onda de los voluntarios, indescriptible. Siempre una sonrisa, aliento, y respuestas cordiales a los posibles requerimientos de los corredores.

Distancia: 31,62 km
DVA: +1446 m
Tiempo: 6 h 30 m

Tercera etapa. 5 febrero
Mantengo mi posición relativa, así que sigo saliendo en el segundo grupo.



Largamos bordeando el Gutiérrez, hacia el Oeste, para tomar la picada que sube al Catedral algo antes de llegar a la mitad del lago.

Como la pechera está húmeda, me pongo por primera vez la primera piel debajo.

Es la tercera vez que hago este camino. En 1981 cuando fuimos con Peinchi y el Tano como mochileros, y en 1991 con Caro.

Al dejar el lago encaramos una subida de unos 200 m de desnivel y luego seguimos acercándonos a Bariloche sin subir. Al cabo de unos 13 km desde la largada de la etapa, comienza la trepada fuerte al Catedral. Me quito la primera piel, mientras encaro la picada.



Voy tranquilo. Sin prisa, pero sin pausas. Llego a Piedra del Cóndor en donde está armado un puesto de hidratación. Cargo agua, como media banana, algo salado y sigo.



Una vez en el descenso a la Villa, decido ir más rápido. Ya dejar el resto y hago toda la bajada corriendo.



En la llegada veo a Caro, y los chicos que me gritan. Esta emoción se renueva cada vez. Es de lo más fuerte siempre. Celi y Nico se suman, y recorremos juntos, de la mano, los últimos metros hasta cruzar el arco final.

Distancia: 27,33 km
DVA: +1474 m
Tiempo: 4 h 52 m


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